No, señor. No le tema a un corazón roto.
Témale a un esguince. Si, a un esguince.
No se asuste cuando explote en mil pedazos. Agradezca porque va a crecer de nuevo.
Témale a esguinzarselo. Porque allí, muy seguramente, crea haber sanado antes de tiempo.
Y ante el primer trote, empeorará una lesión que en principio iba a curar en unas pocas semanas.
Agradezca que le explotaron el corazón y allí no queda nada. Ya que cuando crezca, porque crecerá, lo hará algo nuevo. Sano.
En cambio sí toma un esguince, andará rengueando por la vida, doliendo una lesión original que ni podrá recordar. Padeciendo en nuevas calles, donde debería transitar a paso firme.
Escúcheme, sea feliz porque le estallaron el corazón. Y en caso de habérselo esguinzado, estréllelo con vehemencia contra la pared más próxima.
Entienda usted, en este mar de lamentos, que le dieron la excusa perfecta para construir uno mejor.