Ángeles y Demonios

El último comerciante tuvo que bajar su persiana para que entendiéramos que indefectiblemente y muy a pesar de muchos, necesitamos el bienestar del vecino para asegurar el propio. Sentados en un sillón y sin poder, ni tener que hacer nada, ahora precisamos del otro, para estar a salvo. De ese otro que ayer integraba unSigue leyendo «Ángeles y Demonios»